¿Fotoprotector solar siempre o callo solar?


La realidad es que el ser humano es un animal de extremos con una tendencia insalvable a polarizarse. O eres de Madrid o del Barça. O del PP o del PSOE. O te tomas la tortilla con cebolla o sin cebolla. (¿Podemos añadir aquí a los del bizcocho seco y los del húmedo?). Así que no sorprende que, hoy en día, vivamos entre dos tendencias opuestas en cuanto al sol: untar fotoprotector hasta para ir al baño o hacer callo solar, esa filosofía popularizada por cierto jugador de fútbol, que consiste en quemarse al sol para hacer que la piel se “adapte” a este. Entonces, ¿qué opción es la correcta?

Vayamos por partes, como le gustaba decir a Jack el Destripador.

La luz solar y sus efectos: ¿ángel o demonio?

Está científicamente demostrado que la luz solar produce fotoenvejecimiento, y esto depende tanto de tu fototipo (si eres blanco como la leche te afecta más que si eres negro) como de la cantidad de horas que te expones al sol. Además, también está relacionado con la aparición de ciertos cánceres de piel, especialmente el carcinoma epidermoide y el carcinoma basocelular, que son fruto de la exposición crónica al sol.

Por otro lado, el melanoma, ese que pone los pelos de punta, parece que no está tan ligado a la exposición crónica, sino más bien a la exposición aguda, quemaduras solares, sobre todo en la infancia. Con esto en mente, queda claro que hacer "callo solar" no parece ser la mejor idea: más exposición crónica, más riesgo de cosechar algún carcinoma.

Fotoprotector a todas horas, ¿sí o no?

¿Es realmente necesario aplicarse fotoprotector hasta en diciembre, viviendo en Santiago de Compostela? Aquí la cosa se complica, porque los fotoprotectores pueden no ser inocuos. Llevan componentes que cada vez se relacionan más con otras dolencias, como la alopecia frontal fibrosante, además pueden contener disruptores endocrinos que se suman a la carga química diaria que soportamos. Por si fuera poco, bloquean la síntesis de vitamina D, y tenerla baja también tiene consecuencias para la salud. ¿Sabías que los pacientes con melanoma suelen tener niveles más bajos de vitamina D? Curioso, ¿verdad?

Entonces, ¿qué hacemos?

Aunque queda mucho por investigar y seguramente las recomendaciones cambien con los años, mi opinión es que debemos aplicar algo que escasea: el sentido común. El sol, en su justa medida, es beneficioso. No estamos diseñados para evitarlo como vampiros, ni para freírnos en la playa "vuelta y vuelta" como si fuéramos una chuleta.

El sol tiene efectos antiinflamatorios (¿sabías que los rayos UVA y UVB se usan en el tratamiento de enfermedades inflamatorias como la psoriasis, la dermatitis atópica o incluso la micosis fungoide?), aumenta la producción de vitamina D, y, por si fuera poco, da alegría. Así que no deberíamos prescindir de él de forma radical.

Mi recomendación

Usa fotoprotector cuando realmente lo necesites. No hace falta aplicarlo si estás en Oviedo, es invierno y solo vas a comprar el pan. Las situaciones en las que sí se recomienda son:

• Si vas a la playa.

• Si vas a pasar mucho tiempo al sol (deportes al aire libre, caminatas, etc.).

• Si hay riesgo de quemadura solar.

Además, la naturaleza nos da una pista útil: si hay sol, hay sombra. Durante el mediodía solar, cuando la radiación UV es más intensa, la sombra que proyectamos es casi inexistente, indicando un mayor riesgo de insolación. En cambio, cuando la sombra se alarga, disminuye el riesgo de daño solar. Es decir, si tu sombra es pequeña, protégete; si es alargada, el riesgo es menor.

Hay excepciones, por supuesto. Algunas dolencias, como el melasma, pueden requerir el uso de protección solar diaria.

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Y recuerda que la mejor fotoprotección no siempre viene en un bote: un sombrero, una camiseta de manga larga o incluso buscar la sombra son opciones iguales o más efectivas.

Como en casi todo en la vida, la clave está en el equilibrio. 





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